«¡¡¡Quiero vivir!!!». La magia de una escena que le habla a tu alma
Hola, nakama. ¿Te apetece navegar un poco entre los grandes momentos?
Bienvenida una vez más a Comentando One Piece, a bordo de La Reina Urraca, el bajel más temido de la Grand Line (después del Red Force, claro. Ante todo humildad).
Hoy quiero hablarte de una de las escenas más famosas e icónicas de One Piece.
Si no has visto la serie o leído en manga y planeas hacerlo, te recomiendo no seguir leyendo, porque merece la pena llegar virgen a todo lo que esta obra te puede ofrecer.
Si, por el contrario, ya la has visto o no planeas hacerlo, te invito a seguir leyendo. Y tranquila, que si no tienes ni idea de quién es esta gente de la que te voy a hablar hoy aquí te dejo…
✨Un poco de contexto✨
Robin es una mujer que fue abandonada por su madre (y entendemos que su padre también, porque no sabemos nada de susodicho) y repudiada por su pueblo cuando solo era una niña.
Robin encontró su refugio entre los libros, en especial los de historia, y su ambición por el saber la empujó a aprender un idioma prohibido que solo unos pocos eruditos conocían en aquel entonces. Un idioma que, leyendo los textos adecuados, podría poner en riesgo el orden mundial.
Como puedes imaginar al gobierno esto no le gustaba, así que solucionó el problema destruyendo la isla en la que vivían los eruditos y quemando la biblioteca. Robin fue la única superviviente. En cuanto el gobierno se enteró de que una niña se les había escapado le pusieron precio a su cabeza.
Es así como Robin llegó a los treinta, como una superviviente, fugitiva y criminal, simplemente por existir y ser capaz de leer un idioma que nadie más podía. Apodada desde la más tierna infancia como La niña demonio, en su cerebro quedó grabado un único mensaje “mi existencia es un crimen”.
Después de unirse a la tripulación de Luffy por diversos motivos, tener una aventura en una isla en el cielo y llegar a unos astilleros para arreglar en barco, Robin es capturada por el gobierno y condenada a muerte. Ella acepta su destino sin rechistar a cambio de que dejen ir a Luffy y a los demás; total, ya se habían encargado de convencerla de que no merecía estar viva. Lo que no se esperaba Robin es que sus nuevos compañeros intentasen rescatarla.
Es entonces cuando Luffy le grita:
—¡Di la verdad, Robin! ¡¡Di que quieres vivir!!
Cuando Robin finalmente acepta la verdad, una oculta por los años de azotamientos y palabras hirientes contra su existencia, cuando grita con todas sus fuerzas y por primera vez «¡¡¡QUIERO VIVIR!!!», no solo es Robin la que grita.
Somos todas las que una vez sentimos que éramos una carga, que no había un lugar en el mundo para nosotras ni nadie a quien le importásemos. Somos todas las que alguna vez sentimos que no merecíamos vivir.
En este momento Robin somos todas y nuestros corazones gritan con ella.
He de añadir que me parece algo muy simbólico sabiendo que el público principal de One Piece es japonés y que Japón es uno de los países con mayor índice de suicidios registrados del mundo y una gran tendencia al aislamiento social, lo cual ayuda mucho a que te sientas sola y dar por hecho que nadie lamentará tu muerte.
One Piece trata de muchas cosas, pero si en algo destaca es en ser una obra que celebra la vida. Esto da una idea para hablar de otra de mis escenas favoritas y que suele pasar desapercibida; su protagonista es un esqueleto muy carismático.
Pero mejor dejarlo para otro día 🤭
Esta escena me pone los pelos de punta. Llevo siguiendo One Piece desde el 2006, y la volví a empezar para que mi hijo se enganchara (cuando él tenía 6 años y le tenía que leer yo los subtítulos) ahora tiene 13. Vamos, que para mi One Piece no es una serie más, es la serie que me ha acompañado desde el momento de independizarme hasta en mis momentos de maternidad, los dos sentados en el sofá, en vez de leerle un cuento le leía subtítols 😂 Adoro One Piece.