El frío corta la piel de mis labios. El invierno tizna la ciudad y las luces navideñas acentúan el brillo de los suaves cúmulos de niebla que rodean el paso de peatones, en el que espero junto a un montón de desconocidos que, al igual que yo, estarán pensando en sus vidas.
Han pasado seis años desde que perdí mi bufanda roja. Era mi favorita. En días fríos como este la extraño y me pregunto qué habrá sido de ella; si seguirá en buen estado, si alguien más la usará, si se ha convertido en un trapo viejo y deshecho…
Debería haberme comprado otra, pero aquella era demasiado especial.
Mis ojos se pasean por la fila de ciudadanos que esperan al otro lado del cruce. Una sonrisa afilada y astuta me obliga a detenerme y mi estómago se retuerce como si le hubiesen dado un puñetazo. La luz roja cambia a verde y la gente a mi alrededor avanza, pero yo tardo unos segundos en reaccionar, igual que un conejillo deslumbrado por los faros de un coche.
La línea que recorremos nos obliga a intercambiar miradas. Tú finges no conocerme cuando pasas por mi lado, pero noto como tus ojos se abren tras el cristal de las gafas al posarse sobre mí y aminoro el paso, porque de pronto me tiembla el cuerpo y tengo ganas de gritar.
Los años han pasado por ti, pero la chica que te acompaña tiene la misma edad que tenía yo cuando me tomabas de la mano.
Miro hacia atrás, solo un momento, y la veo cubrirse la barbilla con una bufanda roja antes de volverse hacia ti y reír. Demasiado inocente. Demasiado joven.
Espero que ella sea más lista que yo y la agarre bien, que no se la quites, porque aunque no la conozco sí que te conozco a ti, y sé que no la mereces.
Loooove it!!! Me ha encantado.
Que preciosidad de historia 😍